miércoles, 23 de septiembre de 2015

La noche que te escribí era silencio puro.
Aún recuerdo siglos enteros volando sobre ti
derramando soledades sobre tu pecho.
Esos sueños ancestrales que reposan en tu mirada.

Tierra de campos, silenciosa, estrellada.
Devuélveme las verdades que una noche
susurré a tus montes de plata.

Eres tempranamente verde, como una marea.
Pero te vuelves fértil cuando sol y lluvia juegan sobre ti.
Esa intensidad áurea que entorpece los sentidos.
Ese fulgor de tus párpados al anochecer.

Estás viva si te miro de frente
pero todavía pienso en el lento caminar
que en algún sueño, hoy extinguido,
parece el reflejo de una eternidad inconclusa.

Tierra de campos, silenciosa, estrellada,
vuelve a acogerme en tu seno
el día que el frío de la desesperanza
se alce en un susurro.

(Corrales de Duero, 2001)

martes, 15 de septiembre de 2015

El último amor

I

Amor mío, amor mío,
Y la palabra suena en el vacío. Y se está solo.
Y acaba de irse aquella que nos quería. Acaba de
salir. Acabamos de oír cerrarse la puerta.
Todavía nuestros brazos están tendidos. Y la voz
se queja en la garganta.
Amor mío...
Cállate. Vuelve sobre tus pasos. Cierra despacio
la puerta, si es que no quedó bien cerrada.
Regrésate.
Siéntate ahí, y descansa.
No, no oigas el ruido de la calle. No vuelve. No
puede volver.
Se ha marchado, y estás solo.
No levantes los ojos para mirarlo todo, como si en
todo aún estuviera.
Se está haciendo de noche.
Ponte así: tu rostro en tu mano.
Apóyate. Descansa.
Te envuelve dulcemente la oscuridad, y
lentamente te borra.
Todavía respiras. Duerme.
Duerme si puedes. Duermes poquito a poco, deshaciéndote,
desliéndote en la noche que poco a poco te anega.

¿No oyes? No, ya no oyes. El puro
silencio eres tú, oh dormido, oh abandonado,
oh solitario.
¡Oh, si yo pudiera hacer
que nunca más despertases!


II

Las palabras del abandono. Las de la amargura.

Yo mismo, sí, yo y no otro.
Yo las oí. Sonaban como las demás. Daban el mismo
sonido.
Las decían los mismos labios, que hacían el mismo
movimiento.
Pero no se las podía oír igual. Porque significan:
las palabras
significan. Ay, si las palabras fuesen sólo un suave
sonido,
y cerrando los ojos se pudiese escuchar en el sueño...
yo las oí. Y su sonido final fue como el de una
llave que se cierra.
Como un portazo.
Las oí, y quedé mudo.
Y oí los pasos que se alejaron.
Volví, y me senté. Silenciosamente
cerré la puerta yo mismo, sin ruido.
Y me senté. Sin sollozo.
Sereno, mientras la noche empezaba.
La noche larga. Y apoyé mi cabeza en mi mano.
Y dije...

Pero no dije nada. Moví mis labios. Suavemente,
Suavísimamente.
Y dibujé todavía
el último gesto, ese
que yo ya nunca repetiría.


III

Porque era el último amor. ¿No lo sabes?
Era el último. Duérmete. Calla.
Era el último amor...
Y  es de noche.

(V. Aleixandre)

miércoles, 9 de septiembre de 2015

El poema


Y ahora, aquí está frente a mí.
Tantas luchas que ha costado,
tantos afanes en vela,
tantos bordes de fracaso
junto a este esplendor sereno
ya son nada, se olvidaron.
Él queda, y en él, el mundo,
la rosa, la piedra, el pájaro,
aquéllos , los del principio,
de este final asombrados.
¡Tan claros que se veían,
y aún se podía aclararlos!
Están mejor; una luz
que el sol no sabe, unos rayos
los iluminan, sin noche,
para siempre revelados.
Las claridades de ahora
lucen más que las de mayo.
Si allí estaban, ahora aquí;
a más transparencia alzados.
¡Qué naturales parecen,
qué sencillo el gran milagro!
En esta luz del poema,
todo,
desde el más nocturno beso
al cenital esplendor,
todo está mucho más claro. "

(Pedro Salinas).