miércoles, 23 de septiembre de 2015

La noche que te escribí era silencio puro.
Aún recuerdo siglos enteros volando sobre ti
derramando soledades sobre tu pecho.
Esos sueños ancestrales que reposan en tu mirada.

Tierra de campos, silenciosa, estrellada.
Devuélveme las verdades que una noche
susurré a tus montes de plata.

Eres tempranamente verde, como una marea.
Pero te vuelves fértil cuando sol y lluvia juegan sobre ti.
Esa intensidad áurea que entorpece los sentidos.
Ese fulgor de tus párpados al anochecer.

Estás viva si te miro de frente
pero todavía pienso en el lento caminar
que en algún sueño, hoy extinguido,
parece el reflejo de una eternidad inconclusa.

Tierra de campos, silenciosa, estrellada,
vuelve a acogerme en tu seno
el día que el frío de la desesperanza
se alce en un susurro.

(Corrales de Duero, 2001)

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